
Hay momentos del mes en los que, sin saber por qué, todo se vuelve más denso. Un comentario que normalmente resbalaría, de repente cala hondo. El cuerpo se nota más pesado, más sensible. Y en medio de ese vaivén, muchas mujeres empiezan a preguntarse si están exagerando, si es psicológico o si de verdad está pasando algo.
El síndrome premenstrual, ese conjunto de síntomas físicos y emocionales que muchas mujeres sienten después de la ovulación y antes del inicio de su período menstrual, no siempre se manifiesta igual ni con la misma intensidad. Aunque a veces pase desapercibido o se lo minimice, entenderlo puede marcar una diferencia real en cómo habitamos nuestro cuerpo cada mes.
¿Cuáles son las causas del síndrome premenstrual?
Durante el ciclo menstrual, las hormonas fluctúan de forma natural. Esto no es una irregularidad, sino parte de cómo funciona nuestro cuerpo. Pero en esa danza entre estrógenos y progesterona, algunas personas son más sensibles a los cambios que otras.
Los días anteriores a la menstruación se caracteriza por un descenso en los niveles de estas hormonas. Y esa caída hormonal no se limita solo al aparato reproductor. Tiene repercusiones en el sistema nervioso, el digestivo, la piel e incluso en la forma en la que procesamos nuestras emociones.
Para algunas mujeres, ese vaivén es leve y casi imperceptible. Para otras, es como una ola que las arrastra durante varios días, afectando su energía, su humor y su forma de relacionarse con el entorno.
¿Cuáles son los síntomas del síndrome premenstrual?
Los síntomas del síndrome premenstrual pueden aparecer desde unas pocas horas hasta cinco días antes del inicio del período menstrual, y por lo general desaparecen poco después de que este comienza. La duración varía según cada persona: en algunos casos se presentan durante unas horas, mientras que en otros pueden extenderse por varios días.
Síntomas físicos
Uno de los rasgos más característicos del síndrome premenstrual es la aparición de síntomas físicos que anticipan la llegada de la regla. No se trata de una lista cerrada ni igual para todas, pero hay ciertos patrones que se repiten con frecuencia.
Entre los más comunes, aparecen:
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Sensibilidad o hinchazón en los pechos, que pueden sentirse más pesados o tensos al tacto.
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Dolor de cabeza o migrañas que surgen sin causa aparente y no siempre ceden con los analgésicos habituales.
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Distensión abdominal o sensación de estar "hinchada", incluso sin haber comido en exceso.
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Retención de líquidos, que puede reflejarse en tobillos, párpados o en una sensación general de pesadez.
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Dolor en la parte baja de la espalda o en el vientre, con calambres leves que van intensificándose.
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Alteraciones en el apetito, que pueden ir desde el deseo intenso de alimentos específicos (normalmente dulces o salados) hasta una pérdida total de ganas de comer.
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Cansancio inexplicable, aunque se haya dormido bien.
No todos los cuerpos manifiestan estos síntomas con la misma intensidad. Algunas mujeres los viven de forma tan leve que apenas los notan, mientras que otras pueden ver su rutina diaria alterada por completo.
Síntomas emocionales
El aspecto emocional del síndrome premenstrual suele ser el más difícil de poner en palabras. A veces, cuesta incluso reconocer que lo que se está sintiendo tiene un componente hormonal. De hecho, muchas mujeres tienden a cuestionarse a sí mismas en esos días: “¿Estaré exagerando?”, “¿por qué me afecta tanto esto ahora?”.
Algunas de las manifestaciones más frecuentes en este plano incluyen:
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Irritabilidad repentina, donde cualquier pequeña molestia puede generar un enojo desproporcionado.
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Tristeza o llanto fácil, sin una razón clara o a partir de situaciones que en otro momento no provocarían tanta emoción.
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Ansiedad o sensación de inquietud, que puede traducirse en dificultad para concentrarse o para relajarse.
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Cambios de humor abruptos, pasando de la euforia al desánimo en cuestión de horas.
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Baja autoestima, acompañada de pensamientos negativos que pueden parecer más intensos que lo habitual.
Es importante remarcar que estos síntomas no son “exageraciones” ni “debilidades emocionales”. Tienen un origen biológico y están relacionados con cómo el cerebro responde a las variaciones hormonales. La serotonina, por ejemplo, que regula el estado de ánimo, también puede verse afectada por los cambios en los niveles de estrógeno.
Una experiencia diferente en cada cuerpo
Hablar de síndrome premenstrual en términos generales es útil para identificar patrones, pero también puede ser engañoso si se espera que todas las mujeres lo vivan igual.
Hay quienes presentan síntomas todos los meses con una regularidad casi matemática, mientras que otras los notan solo en ciclos puntuales. También hay quienes tienen síntomas intensos una vez al año y luego meses sin rastro alguno. Incluso puede variar con la edad, el estrés acumulado, los hábitos alimenticios o el tipo de anticoncepción que se utilice.
Por eso, muchas veces, el primer paso para entenderlo es observar. Llevar un registro, aunque sea mental o en una nota del móvil, puede ayudar a identificar si ciertos síntomas aparecen cíclicamente y en qué momento lo hacen.
Escuchar al cuerpo más allá del ciclo
Aprender a identificar las señales del síndrome premenstrual no es solo una cuestión médica. Es una forma de reconectar con lo que el cuerpo intenta decir cada mes. Porque no se trata únicamente de aguantar unos días hasta que "se pase", sino de habilitar un espacio donde la incomodidad tenga lugar y sentido.
En un contexto donde muchas veces se espera que el ritmo no se detenga y que el humor sea siempre estable, poder decir “hoy estoy más sensible, hoy me duele, hoy me siento distinta” es también un acto de legitimidad.
Cada cuerpo tiene su propio lenguaje, su forma de transitar el ciclo. Y conocer ese lenguaje, por más irregular que parezca, es una herramienta que vale la pena cultivar. Porque cuando se entiende lo que pasa por dentro, se empieza a vivir el periodo —y todo lo que lo rodea— desde un lugar menos punitivo y más comprensivo.