
Hay temporadas en las que el cuerpo empieza a hacer cosas inesperadas. De pronto, la regla no llega cuando toca, aparece antes de lo previsto o incluso se ausenta sin motivo aparente. Y claro, eso desconcierta. En ocasiones, no es más que una reacción pasajera del cuerpo, pero otras veces conviene prestar más atención.
Tener un ciclo menstrual irregular no significa lo mismo para todas. Algunas lo notan porque se les adelanta o retrasa varios días. Otras porque varía mucho la duración del sangrado o porque desaparece durante un mes entero. Sea cual sea el caso, hay muchas razones detrás de estos cambios, y conocerlas puede ser un buen primer paso para recuperar cierta tranquilidad.
Causas más comunes de un ciclo menstrual irregular
1- Alteraciones hormonales
Las hormonas no se ven, pero lo mueven todo. Son las que coordinan cómo y cuándo ocurre cada fase del ciclo. Si alguna se descompensa, el ritmo se altera.
Durante la adolescencia, por ejemplo, es bastante común tener ciclos irregulares. El cuerpo aún está “ensayando” cómo debe funcionar el eje hormonal que regula la menstruación. Lo mismo ocurre al acercarse la menopausia: los estrógenos bajan la intensidad y eso puede provocar meses sin regla o sangrados inesperados.
Pero no hace falta estar en una etapa de transición para que las hormonas se desmadren. Hay alteraciones como el síndrome de ovario poliquístico (SOP) que provocan desequilibrios hormonales más constantes. Este síndrome es una de las causas más frecuentes de irregularidades menstruales en mujeres jóvenes, y a menudo viene acompañado de otros síntomas como acné, vello corporal excesivo o dificultad para ovular.
También puede pasar que una alteración de la glándula tiroides esté interfiriendo sin que lo sepas. Tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo afectan a la regularidad del ciclo, y muchas veces tardan en diagnosticarse porque sus síntomas se confunden con cansancio, cambios de humor o problemas digestivos.
2- Aumento del estrés
Cuando la cabeza va a mil, el cuerpo responde. Y una de las formas en que lo hace es cambiando cómo se comporta el ciclo menstrual. El estrés crónico –ese que se arrastra durante semanas o meses– puede provocar retrasos, reglas más abundantes o incluso la desaparición temporal del sangrado.
Esto tiene una explicación biológica: en situaciones de tensión sostenida, el cuerpo prioriza funciones de “supervivencia” y apaga momentáneamente otras áreas, como la reproducción. No es casualidad que muchas mujeres hayan notado cambios en su menstruación durante épocas difíciles, como después de una ruptura, en momentos de presión laboral o en procesos de duelo.
Además, el estrés también afecta a los hábitos diarios: se duerme peor, se come diferente, se hace menos ejercicio... Todo eso suma al cóctel.
3- Alimentación inadecuada
No se trata solo de “comer bien”, sino de entender que el cuerpo necesita ciertos nutrientes para que todo funcione como debe. Cuando hay un déficit energético –porque se come muy poco, porque se restringen grupos de alimentos o porque el cuerpo está exigido más allá de lo habitual–, las reglas pueden comenzar a fallar.
Esto se observa con bastante frecuencia en mujeres deportistas o en quienes siguen dietas muy estrictas. El cuerpo interpreta esa falta de energía como una señal de alerta y decide posponer la ovulación, lo que interrumpe el ciclo.
También influyen ciertos déficits concretos, como el de hierro, zinc o vitamina D, que se asocian con alteraciones hormonales si se prolongan en el tiempo. Y aunque no siempre se detectan en una analítica básica, pueden estar detrás de reglas escasas o menos frecuentes de lo habitual.
4- Uso o abandono de anticonceptivos hormonales
Si tomas o tomaste la píldora, usas el implante o llevás un DIU hormonal, es muy probable que tu menstruación no siga un ritmo completamente natural. Y eso no tiene por qué ser preocupante.
De hecho, muchos anticonceptivos hormonales están diseñados para alterar el ciclo. Algunas mujeres dejan de sangrar durante meses con el implante, otras ven que sus reglas se vuelven casi imperceptibles. En estos casos, lo importante es entender qué efectos son esperables según el método elegido y qué señales podrían indicar que algo no va bien.
También es habitual que, al dejar un anticonceptivo después de años de uso, el cuerpo tarde un tiempo en regularse. Durante unos meses, puede haber retrasos, sangrados intermitentes o incluso ciclos sin ovulación.
5- Peso corporal fuera de rangos saludables
Estar muy por debajo o por encima del peso saludable también afecta al ciclo menstrual. En mujeres con bajo peso o muy bajo porcentaje de grasa corporal, el organismo puede suspender temporalmente la ovulación, como mecanismo de protección.
Por otro lado, el exceso de tejido adiposo también altera el equilibrio hormonal. Esto se debe a que las células grasas producen estrógenos, y cuando hay demasiados, el sistema se descompensa. Esto se observa a menudo en casos de sobrepeso u obesidad, donde el ciclo se vuelve más impredecible o más largo de lo habitual.
6- Condiciones médicas ginecológicas o endocrinas
No todo se explica por el estilo de vida o las hormonas. A veces, el ciclo se altera por enfermedades o condiciones médicas que afectan de forma más estructural.
Además del SOP, que ya mencionamos, existen otros trastornos ginecológicos que pueden causar reglas irregulares: la endometriosis, los miomas o pólipos uterinos, las hiperplasias endometriales… En estos casos, las alteraciones suelen venir acompañadas de otros síntomas como dolor intenso, sangrados fuera de término o molestias durante las relaciones sexuales.
También hay causas menos frecuentes, como alteraciones en la hipófisis (una glándula clave para regular la ovulación), enfermedades autoinmunes o incluso efectos secundarios de algunos medicamentos. Por eso, cuando los cambios en el ciclo se sostienen en el tiempo, lo más recomendable es consultar con un profesional y hacerse un chequeo completo.
7- Alteración del ritmo circadiano y del sueño
Pocas veces se habla de cómo el ritmo circadiano –el reloj interno que regula el sueño y la vigilia– se relaciona con el ciclo menstrual. Pero lo cierto es que dormir mal, exponerse constantemente a pantallas por la noche o tener horarios muy desordenados puede alterar la producción de melatonina y, con ella, la de otras hormonas clave para la ovulación.
Mujeres que trabajan por turnos, por ejemplo, o que viajan frecuentemente entre husos horarios, a menudo notan variaciones en su menstruación. Aunque este efecto es más difícil de medir, también suma a la irregularidad cuando se combina con otros factores.
8- Factores emocionales intensos
La menstruación no ocurre en una burbuja aislada del resto de la vida. Todo lo que atraviesa emocionalmente una mujer puede reflejarse en su ciclo. Tristezas profundas, procesos de ansiedad, vivencias traumáticas... No hay que subestimar cómo las emociones impactan en el cuerpo.
Muchas veces, los cambios en la regla son la forma que encuentra el cuerpo para decir algo que aún no se ha podido procesar. Por eso, además de atender lo físico, puede ser útil mirar también lo que pasa por dentro.
No siempre hay una sola causa del desajuste
Algo que puede desconcertar es que, a veces, no hay una causa clara y evidente detrás del desajuste. O mejor dicho, hay varias pequeñas causas que, sumadas, provocan que el ciclo se vuelva irregular.
Quizás es una temporada con más estrés, un cambio en la alimentación, un nuevo anticonceptivo, menos horas de sueño y una mudanza reciente. Todo eso, junto, puede bastar para que el cuerpo necesite recalibrarse.
Lo importante es no alarmarse ante un cambio puntual, pero tampoco ignorar lo que se repite o se extiende en el tiempo.